LA DICHA- Vicente Aleixandre

 

No. ¡Basta!Basta siempre.Escapad, escapad: sólo quiero,sólo quiero tu muerte cotidiana.
El busto erguido, la terrible columna.el cuello febricente, la convocación de los robles;las manos que son piedra, la luna de piedra sorday el vientre que es sol, el único extinto sol.
¡Hierba seas! Hierba reseca, apretadas raíces,follaje entre los muslos donde ni gusanos ya vivenporque la tierra no puede ni ser grata a los labios,a esos que fueron ?sí? caracoles de lo húmedo.
Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupidopie masticado días y días cuando los ojos sueñan,cuando hacen un paisaje azul cándido y nuevodonde una niña entera se baña sin espuma.
Matarte a ti, cuajarón redondo, forma o montículo,materia vil, vomitadura o escarnio,palabra que pendiente de unos labios moradosha colgado en la muerte putrefacta o el beso.
No. ¡No!Tenerte aquí corazón que latiste entre mis dientes larguísimos,en mis dientes o clavos amorosos o dardos,o temblor de tu carne cuando yacía inertecomo el vivaz lagarto que se besa y se besa.
Tu mentira catarata de números,catarata de manos de mujer con sortijas,catarata de dijes donde pelos se guardan,donde ópalos u ojos están en terciopelos,donde las mismas uñas se guardan con encajes.
Muere, muere como el clamor de la tierra estéril,como la tortuga machacada por un pie desnudo,pie herido cuya sangre, sangre fresca y novísima,quiere correr y ser como un río naciente.
Canto el cielo feliz, el azul que despunta,canto la dicha de amar dulces criaturas,de amar a lo que nace bajo las piedras limpias,agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,amorosa presencia de un día que sé existe.



 

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